sábado, 19 de septiembre de 2020

OBJETOR CONTRA LA INCONSCIENCIA (LA PALABRA)







Hace unos pocos días, ante un reto lanzado por Macarena Olona, diputada cutre y fascista (lo uno no está reñido con lo otro); el vicepresidente del gobierno, Pablo Iglesias, escogió arma para el duelo propuesto (y pospuesto para una semana más tarde) y se decantó por la palabra.

Utilizaré la misma, el uso de la palabra, con el ánimo de desmontar todo lo ocurrido durante los últimos cuatro días en la Comunidad de Madrid. No iré más atrás en el tiempo porque los acontecimientos, en este periodo pandémico que padecemos, se han convertido en página donde envolver pescado y, al final, con sesgos informativos o sin ellos, los habitantes de esta España nuestra estamos al tanto de la realidad ocurrida pese a que cada cual arrime los hechos demostrables a la sardina preferida.

Esos cuatro días atrás serán más que suficientes para que podamos entender otras palabras: las que nos colocó ante las narices Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, en el debate sobre el estado de la región. Las mismas palabras que ayer, viernes día 18 de septiembre de 2020, nos impuso, filtrando mensajes de tapadillo, a los barrios modestos de Madrid. Todo ello con el apoyo incondicional de su acólito, el Sr. Ignacio Aguado.

Porque, cuando se dice lo que estos dos esbirros dijeron ayer, no sólo se imponen medidas, se imponen mensajes, ideas, palabras que son algo más que meras palabras…

Recordemos y pensemos en consecuencia.

Martes 15 de septiembre.

Los datos sobre la infección en Madrid son contundentes pese al “jet lag” informativo que permite reducir las cifras. 1.207 contagios en la capital. Habrá quien piense que esta cifra no es motivo de pánico si tenemos en cuenta nuestro recorrido pandémico, pero, si atendemos a ese recorrido, se debe señalar que el “Estado de Alarma” se decretó en España cuando los contagios no superaban las 5.000 personas (reconocidas, los test serológicos llegarían bastante más tarde). ¡En toda España!

Sin embargo, aquí estamos. Incapaces, una vez rendido ese estado excepcional por el que se nos confinó durante tres meses, de pronunciar la palabra necesaria, la que describe la medida eficaz tal y como se ha demostrado con amplitud; el término “confinamiento”.

De esa palabra, y de todo el juego dialéctico, estratégico y semántico que encierra, iré tratando a lo largo de este análisis.

Recuperemos ahora el discurso del martes de Isabel Díaz Ayuso, durante el debate regional, en el cual pronunció las siguientes argumentaciones: 

“Es evidente que, sobre todo, los contagios se dan en los distritos del sur. Claro, eso lo dicen nuestros estudios serológicos. Luego los estudios están funcionando. Para lo que quieren cogen los datos (en referencia a los datos que utilizan los partidos de la oposición). Y sí, efectivamente, se están produciendo entre otras cosas por el modo de vida que tiene nuestra inmigración en Madrid”.

Eso dijo.

De una tacada, nos golpeó con una sentencia clasista (el sur contagia); racista (el modo de vida de los migrantes contagia); xenófoba (el migrante contagia); y aporofóbica (el migrante que no vive en el norte, el que no es rico, contagia). Del tirón, sin hidro-alcohol ni guantes de látex.

Pero lo que dijo en esa apología del ideario de ultraderecha, visto lo visto, ¿fue un error estratégico o la consecuencia de otro debate sin cámaras, el de las medidas que se iban a poner en práctica?

Para encontrar respuesta a esta pregunta debemos pasar a los detalles del siguiente día, no sin olvidar que Díaz Ayuso, durante su intervención del lunes 14, también se sacó de la chistera ultraliberal otro conejo muy conocido: la rebaja de impuestos cuando los impuestos son más necesarios.

Miércoles 16 de septiembre.

Este día ocurre un hecho insólito que provocó una estampida mediática: el viceconsejero de Salud Pública, Antonio Zapatero (la alternativa a la dimitida Yolanda Fuentes que, en su momento, avisó sobre que la decisión de cambiar de fase “no estaba basada en criterios de salud”); manifestó en rueda de prensa que en la Comunidad se llevaría a cabo un confinamiento selectivo. También dijo que se lo había hecho saber a la presidenta Díaz Ayuso mediante un mensaje vía whatsapp, con lo que dio idea de cómo se gestiona la coordinación de la CAM y dejó claro un hecho: la presidenta estaba al tanto de la decisión.

Horas después, el consejero de justicia, Enrique López, desdecía a su homólogo de salud indicando que se había cometido un error al pronunciar la palabra “confinamiento”. Sí, otra vez el término fatídico.

Pero hay dos puntos claves que se deducen de estos hechos ahora que sabemos lo que sabemos. Dos puntos que demuestran cómo se pretendió ocultar semejante plan a la ciudadanía de los distritos del sur de Madrid.

El primero es que el confinamiento selectivo sí se ha producido y que, por lo tanto, siempre fue la idea original pese a las rectificaciones posteriores.

El segundo nace del anterior: si siempre fue la idea original ¿por qué desdecirla tirando del departamento de justicia de la CAM? Para contestar a esta pregunta, sólo cabe una explicación centrada en la estrategia política: la medida impronunciable sólo se ha proclamado porque Pedro Sánchez se ofreció a Ayuso para mitigar el impacto de la miserable gestión de la pandemia que ha llevado el gobierno de ésta. Por decirlo de otro modo: lo que se ha procurado es crear la falsa sensación de la responsabilidad compartida. A buen seguro, si Pedro Sánchez no se llega a ofrecer, nos hubiesen agravado el problema con tal de evitar un titular: “Díaz Ayuso confina el sur de Madrid”. De repente, el titular era otro "Sánchez ayuda a Ayuso a confinar el sur de Madrid". De facto, desde el anuncio, nos han llenado de titulares con apoyo policial y apoyo militar por parte del gobierno.

Hasta tal punto llegó la inconsciencia e incompetencia del equipo de Díaz Ayuso que, en los dos días posteriores, se retrasó la reunión con los alcaldes de las poblaciones más afectadas de la CAM, y, el mismo viernes, llegó a posponer hasta tres veces la comparecencia ante los medios. Lo que intentaron disimular aduciendo “complejidad jurídica” no era tal ya que, como demuestran los hechos, se trataba de la idea original, la del mensaje de whatsapp, la que ya habían analizado... Entonces ¿qué motivaba los retrasos? Se estaba ganando tiempo. Ahora parte de la culpa se la podían colgar al presidente Sánchez y sabían cómo, pero lo que analizaban era el porqué. ¿Por qué Sánchez había elegido ese momento para tender una mano al rival?

Jueves 17 de septiembre.

El día que comienzan las clases de forma mayoritaria, la presidenta Díaz Ayuso exige a su hombre del milagro de IFEMA, a Antonio Zapatero, que grabe un vídeo pidiendo disculpas por el asunto de la palabreja “confinamiento”. Éste se niega y en su lugar aparece Ruiz Escudero diciendo cualquier cosa que no sea ese término.

Queda claro que se están recibiendo órdenes desde la cúpula del PP. El partido de Casado no puede tener nada que ver con una medida que ha criticado y bombardeado sin cesar durante los meses más duros de la pandemia. De hecho, se debe recordar que el factor principal que precipita la conclusión del estado de alarma es la falta de apoyo de Casado a la medida sin precedentes. ¿Cómo explicar a los reducidos votantes del PP madrileño, a aquellos que salieron día tras día cacerola en mano, que el PP ha seguido el camino de las baldosas rojizas? Casado no puede dar ese paso. Por el contrario se dedica a esparcir mensajes contra los ocupas atacando a Pablo Iglesias con argumentos de casoplón. En la retaguardia, los equipos estratégicos de Ayuso y Casado echan humo buscando una solución, un mensaje para las redes sociales, para sus bots de repetición.

Y, de repente, aparece la mano salvadora de Pedro Sánchez. En un movimiento estratégico cuyo alcance poco se ha calculado aún (he trabajado con Iván Redondo, el estratega de Sánchez en la actualidad, y es tela marinera lo que tiene en la mente ese muchacho), el presidente del estado ofrece su colaboración enviando la famosa carta a Díaz Ayuso. Una carta que publica la Sexta en exclusiva. Una carta que tenía el medio antes que la propia presidenta.

Más humo en la cabeza de los estrategas del PP madrileño y nacional. Miguel Ángel Rodríguez no tiene tiempo de cálculo estratégico, han prometido medidas para el viernes. ¿Qué hacer al margen de exculparse y culpar?

Díaz Ayuso tuitea: “Madrid ha estado demasiado sola”. Después acepta la ayuda mediante otra carta. Ignacio Aguado habla de bajar las pistolas políticas, aunque no cesa de dar navajazos sin ton ni son. No obstante, ante el pasmo de la prensa y la población, se decide que la reunión necesaria no se celebrará hasta el lunes. “¿Por qué?”, se preguntan en todas las redacciones, en todos los hogares.

Una vez más, la lógica política (que no humanitaria) responde a esta cuestión: el gobierno de la CAM tiene que dar la cara el viernes, contar la realidad, quitarle la careta a su plan original: el confinamiento selectivo. No olvidemos que, al día siguiente, hoy sábado dentro de unas horas, el presidente tiene entrevista en La Sexta, pero antes los barrios confinados deben reaccionar, comenzar a organizarse para una gran movilización. La entrevista, seguro masaje de pies de Iñaki López, será el toque de corneta en el instante preciso, la caballería del PSOE salvará Madrid y eso no se olvidará durante años. (Me la juego aún cuando faltan minutos para su emisión)

Ese mismo jueves, como he dicho, habían comenzado las clases para niños y adolescentes y, sin saberlo, todos ellos estaban en un tablero de ajedrez obsceno. Ese jueves, aunque mis hijos precisan normalizar su vida y relaciones, me negué a que acudieran a clase. Objeté contra la inconsciencia para proteger a mi familia.

Abro un breve paréntesis para destacar un hecho que atañe a este último punto, a mi objeción contra la inconsciencia.

Cuando llegó la pandemia, la medida más acertada que, según mi criterio, tomó el Gobierno Central; fue sacar a los jóvenes en general de los centros de estudio. Como en cualquier desastre, la juventud primero, claro que sí. Salvar a la juventud es salvar el futuro. Y, por esa razón prioritaria (sin duda hubo mas), la medida se tomó antes de confinar al resto de la población.

Sin embargo, ahora que sabemos que otro tsunami (llamar "ola" a lo que ocurre es un terrible eufemismo) vuelve para destrozar los restos del naufragio, se nos dice que con determinadas medidas "burbuja" los centros de estudio son seguros. Esa es la teoría y la teoría no la discuto. Pero sí discuto las realidades desde la previsión y el estudio del comportamiento. Y una de ellas es que hemos conformado una sociedad irresponsable (generalizo sin temor), dependiente del soma diario como felices “fordianos” que somos, y, a nada que podemos, buscamos satisfacer los múltiples vacíos que registran nuestros centros del placer. Eso que nos ocurre a los adultos, a la infancia y la adolescencia, en pleno aprendizaje experimental de los límites, le ocurre más. Si los adultos somos imprudentes cuando creemos que no nos vigilan, la juventud es imprudente aunque la vigilen. Somos así por naturaleza.

Por lo tanto, he de decir que la vuelta de la chavalería al sistema presencial de educación me parece una verdadera locura. Y no digo esto por su capacidad de pasar de puntillas por los dolorosos síntomas de la enfermedad cuando se da en adultos, sino por su capacidad para transmitir el virus siendo asintomáticos y, por lo tanto, agentes secretos de la pandemia.

El único factor que se me ocurre para justificar este cambio de criterio surge, también, de todo lo dicho por "el trío de Correos": con los chavales en el cole es más sencillo acudir al trabajo. En el parque no, en el cole sí....

Cierro paréntesis.

Viernes 18 de septiembre.

¿Qué decir que no se haya visto, escuchado, leído sobre el discurso y rueda de prensa de Isabel Díaz Ayuso, Ignacio Aguado y Ruiz Escudero? ¿Qué decir que no haya dicho yo mismo?

Me limitaré a exponer los mensajes ocultos en los discursos de los tres ineptos, recurriendo a un hilo de twitter que publiqué el mismo viernes tras la comparecencia y que titulé “Ya está bien”.

Esto es lo que escribí (con las correcciones que Twitter no permite):

He revisado dos veces la intervención de Ayuso, de Aguado y de Escudero y sigo sin salir de mi estupor. Y es que, entre tanto batiburrillo, han deslizado varios mensajes, así, como diciendo "no se van a dar cuenta".

Para empezar, no han dicho las palabras mágicas que tienen que ver con una eficacia sanitaria de la cual carecemos en Madrid: incremento real de rastreadores, contratación de personal sanitario especializado, dotación de personal en los centros de salud primaria. De eso nada.

Al contrario, la culpa es tuya y de tu ámbito familiar. Y, así, deslizan el mensaje ya escuchado sobre el "modo de vida" porque, claro, estos descuidos, según Ayuso, sólo ocurren en las 37 zonas reguladas. En las otras, las zonas de cayetanos, no. ¡Mucho ojo a este mensaje!

Y esto lo saben porque, según Ruiz Escudero, tienen perfectamente monitorizados los Centros de Salud.
¿Qué centros de salud? ¿Los del jet lag informativo? ¿Los que ya no dan más de sí? ¿Los que carecen de rastreadores? ¿Los que no pueden coger el teléfono?

Pero les da lo mismo. Tú no te muevas mucho porque, según el infame Aguado, tienes dos opciones: ser virus o ser vacuna. Tus opciones, pobrecit@ obrer@.
En los barrios y municipios privilegiados, todos en conjunto, son vacuna.
Cayetano bueno, currito malo.

¿Y cuál es la excusa de esta segregación?
La economía una vez más. La economía que nos ha llevado a este lío tras salir del Estado de Alarma para salvar la economía.
¿Círculo vicioso?
No lo hubiese sido si durante el verano esta gentuza hubiese reforzado el sistema sanitario.

Pero ¿qué economía salvan curritos y curritas? ¿La nuestra o la de los cayetanos saludables?
Porque, salvo excepciones, la de los trabajadores por cuenta ajena está fastidiada de narices y es el asociacionismo vecinal lo que la protege. No, Ayuso protege la economía cayetana.

Y no voy a entrar en la lógica de estas medidas porque daría para un libro.
Solo he de señalar que restringid@ en tu barrio/municipio eres vacuna, también cuando vas a currar...
Pero si llevas a tu hij@ al parque eres virus.
¡Lo han dicho! ¡Pero de tapadillo entre palabritas soeces!

Y ya esta bien.
Si peligra la salud, confinamiento. De tod@s, sin segregación.
Si es una cuestión de ineptitud, que lo es, dimisión ya y convocatoria de elecciones. Y, si no hacen caso, nunca tuvimos la posibilidad de mantener una Huelga General más tranquila y saludable...

Éstas fueron mis conclusiones tras semejante tropelía. El confinamiento selectivo, el termino y la medida, la segregación, lo que nunca quisieron decir pero que siempre fue el plan, el del whatsapp; se había producido y proclamado para instaurarse el próximo lunes, día 21 de septiembre de 2020. Un día para la infamia que no debemos permitir que se produzca.

Ya sé que cuando he mencionado "Huelga General" os habréis llevado las manos a la cabeza. ¿Y la economía qué? ¿De qué vamos a vivir si nos paramos?

Os contestaré a todos y a todas con otra pregunta ¿cómo vamos a vivir si no paramos, si aceptamos el gueto como método sanitario, si nos contagiamos nosotros, nuestros hijos e hijas, mientras el norte crece a expensas de nuestro riesgo, si dejamos de ser interesantes como seres humanos y solo interesamos como mera mano de obra?

Conceptos y derechos que siempre debemos defender están ahora más en juego que nunca.

Las casas de apuesta seguirán abiertas, tienen permiso operativo (ya sabéis a quiénes pertenecen); pese a lo que está ocurriendo, pese al riesgo que te exigen que asumas para salvar su economía… ese permiso es la mayor y la más maligna metáfora de lo que quieren para ti, de lo que nos espera.

Todo por una moneda, por un cara y cruz estratégico con forma de palabra.

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