Al
final, cuando por enésima vez recapacité sobre la situación que nos toca vivir,
cuando logré abstraer mi pensamiento de todas las influencias que lo rodean,
cuando quise saber quién soy y qué pieza me representa en las componendas de la
sociedad actual; vislumbré que la encrucijada metafísica de Shakespeare perseveraba con fuerza en el latido de las diferentes épocas y que seguía haciéndolo hoy en día.
Me
refiero, cómo no, al famoso enunciado “To be or not
to be…” que el maestro inglés arropó con la sencillez de la palabra y con la lógica de las afirmaciones matemáticas. De alguna manera, con semejante dilema, hizo entender a la humanidad que en el ejercicio de la libertad siempre encuentra abono la incertidumbre.
El
autor, sin la necesidad de recurrir a fervores místicos, encadenó tamaña
disyuntiva a todas las brújulas, a todos los vaivenes, a todas las sendas y a
todas las opciones aunque, en
realidad —y siendo justo—, esas cadenas ya existieran desde que decidimos tomar tierra.
Y es
que a cada paso que damos nace una multitud de alternativas y, sin remedio, nos apresa otra multitud de cuestiones. Por tanto, la grandeza del planteamiento
de Shakespeare consistió en resumirlas en dos máximas: el “ser”, o el “no ser”, que persiste y nos
obliga a definirnos teniendo en cuanta esas circunstancias a
las que aludía Ortega en otra máxima intemporal.
Pues
bien, remontándome al inicio de este artículo, al plantearme qué soy —hoy en
día— y al encontrar inspiración en la proposición de un filósofo disfrazado de poeta; surgió la
idea que alimentó el experimento que os presento.
Porque “The Questión” es únicamente eso: un experimento,
aparentemente banal, donde todo está medido al milímetro y todo tiene un porque: por un lado pretendo sacar conclusiones útiles tanto para el sector
audiovisual y transmedia y, por otra parte, deseo evaluar sensaciones, tendencias, e interpretaciones que devienen de esta sociedad y de estos tiempos.
En "The Question" todo es sencillo. Os propongo
que atendáis a las imágenes para, cuando finalicen, haceros una pregunta a la
que, si lo deseáis, podréis contestar pulsando los símbolos del “me gusta” y del “no
me gusta” de You Tube.
Es el
método que se me ha ocurrido para poder trasladar mi inquietud a todos aquellos que quieran contestar. Hacer click en cualquiera de las dos opciones
no tendrá nada que ver con que os interese, o no, el vídeo que apoya este test de
mínimas dimensiones: una pregunta, dos planos y un tema musical de los que mola
escuchar cuando se conduce.
Para
rematar la faena, estaría genial que argumentaseis vuestra elección en la
propia página de You Tube. En ningún caso, por mi parte o por parte de los
miembros de Grupo Spcie Films, se vetará comentario alguno. Cada uno es muy libre de opinar lo que le venga en gana.
Y ya
está.
Espero que esta cuestión os haga meditar y disfrutar.
#thequestión
No entiendo nada.....
ResponderEliminarBueno, muy bueno.
ResponderEliminarHipnótico...la pena es que el fondo sea tan blanco.. quizás un gris neutro no dañaría tanto la vista al estar todo el rato mirando al mismo punto :)
ResponderEliminarInteresante planteamiento, dos objetos con mucho significado si se entrelazan, como en este caso. El tratamiento es ,cuando menos, curioso.
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